
Hombre alto, elegante y moreno
de bigote poblado ora de azabache
ora blanqueado por las nieves del tiempo
pero siempre portado con garbo y arte.
De sombrero y capa de las de antes
De sonrisa dibujada perenne en la cara
De alegría en cuaresma en su semblante
Cuando detrás de sus Ataos desfilaba.
Con un piquito de oro cuando hablaba
Que a nadie dejaba indiferente
Y cuando su saeta de corazón cantaba
Nadie quedaba impasible e irreverente.
De nuestra señora de la “Guía” penitente
Los Ataos la corporación que él eligiera
Aunque podría haber sido perteneciente
A los Romanos, Potencias, o un largo etcétera
Nunca un “Barrabás” con tal porte hubiera
Que con tan gran orgullo se llevara
Que ser el de aquella época pudiera
Y ni rostrillo le hubiese hecho falta.
Amante de su Semana Santa
De las tradiciones de su pueblo
De un corazón que se llenaba
De un puente y de un rio sereno
Manantero ejemplar será eterno
Orgullo de la familia “Chifarri”
Querido y mucho en éste su pueblo
Donde ser profeta en esta tierra no es fácil
Siempre estará este hermano aquí
Siempre Antonio Gálvez Silva se siente
Siempre con él se podrá compartir
Siempre en nuestro corazón está presente
Cuando el “Gallo” cante, estará en mi mente
Cuando “Barrabás” desfile, en mi recuerdo
En mi corazón cuando una “marcha” suene
Cuando una “saeta” entonen, en mi lloriqueo.
Y en la casa de “Los Ataos”
Estará SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE.
Francisco José Perea Almeda